Se me antoja sembrar una flor en cada lunar de mi cuerpo, jugaremos a que eres el colibrí que se posa divinamente sobre cada flor. A veces mis demonios caminan y dan vueltas por la ciudad, todo lo que ven a su alrededor es caos, respiran el aire contaminado por aquél humo negro que sale por el escape de un bus. Sienten ahogarse, pero llegar a su destino es más importante. Mis demonios lloran de frustración y mueren. Se agotan, la armonio.

Autor, tuitera, bloguera, editor y manos libres que igual escribe que lee la mayor parte del tiempo.

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